lunes, 3 de marzo de 2014

8 de Marzo: Día de la Mujer Trabajadora

Como cada 8 de marzo, se celebra el Día de la Mujer Trabajadora, un día en el que todas debemos salir a gritar por nuestros derechos y luchar por la igualdad. Aunque tengamos un día para nosotras, no hay olvidar que esta lucha es el día a día, no se debe centrar en una fecha señalada en nuestros calendarios, porque no es una reivindicación de un solo día, sino todos los días del año.
 
El Día de la Mujer Trabajadora se remonta al año 1910, cuya propuesta fue impulsada por Clara Zetkin, y las mujeres luchaban por la igualdad de derechos y el sufragio para las mujeres. Un año más tarde, después de la primera celebración del Día de la Mujer Trabajadora en algunos países, sucedía la tragedia del Incendio en la fábrica de camisas Triangle Shirthwaist de Nueva York, en donde murieron más de 140 jóvenes trabajadoras. A partir de este día se empezó a centrar en la lucha de todas aquellas mujeres que sufrían condiciones laborales lamentables.

Parece mentira que hoy en día sigamos sufriendo tantas desigualdades por tan sólo ser mujeres. Sufrimos que nuestros compañeros de trabajo puedan ganar un 22% más que nosotras ocupando la misma categoría y realizando nuestro mismo trabajo. Sufrimos que un 80% de los contratos a tiempo parcial son ocupados por nosotras. Y sufrimos reformas laborales que pueden dejarnos en la calle por tan sólo quedarnos embarazadas o coger una baja, y que incitan la destrucción de empleo en las que nosotras somos el primer objetivo a la hora de hacer una “limpieza”.

Pero además de todas estas desigualdades, no se reconoce todo nuestro trabajo. Porque una mujer trabajadora no es aquella que tiene un contrato laboral. Una mujer trabajadora es tu madre, tu abuela o tu hermana, y que no tengan un trabajo remunerado no quiere decir que no lo sean. Estos trabajos no reconocidos además llevan a que algunas mujeres tengan que sufrir una doble jornada laboral. Además de tener que ir al puesto de trabajo, debido a la sociedad patriarcal en la que vivimos, las que tenemos que conciliar con la familia, la casa y los cuidados de las personas mayores o enfermos, debemos de ser nosotras y por lo tanto sufrimos una doble explotación, por un lado por ser obreras y por el otro, por ser mujeres.

No debemos rendirnos porque si no luchamos por nuestros derechos nadie nos escuchará, esta es nuestra lucha y nadie lo hará por nosotras. Rendirse o dejar que lo hagan otras por ti no es la solución.

RECUERDA: ¡MUJER SI NO LUCHAS, NADIE TE ESCUCHA!

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