El Estado español ha contraído una gigantesca deuda cuyos efectos se
están plasmando en los brutales recortes que sufrimos día a día. Sin embargo
esta es una deuda del todo ilegítima, ya que ha sido creada para rescatar a los
bancos, precisamente los culpables de la crisis y cuyos directivos siguen con
sueldos y jubilaciones millonarios, o para sofocar apuros de grandes empresas
especuladoras (el caso reciente más sonado es el de SACYR tras cuyo pufo en
Panamá el gobierno se ha comprometido a hacer lo imposible para que esa empresa
privada continúe el proyecto en el canal). Esta deuda se debe al llamado
“socialismo de ricos”, es decir que mientras los beneficios astronómicos de
algunas empresas (algunas antaño públicas) se mantienen en manos de los más
adinerados, las pérdidas se socializan, pasan al estado y por tanto las pagamos
todxs.
Este 22 de marzo confluyen en Madrid las numerosas marchas de la
dignidad que han recorrido todo el país, convocadas por multitud de colectivos
(entre ellos el Sindicato Andaluz de Trabajadores, Frente Cívico Somos Mayoría,
Red Solidaridad Popular o Izquierda Unida). Las exigencias son claras: no
debemos pagar esta deuda que nosotrxs, lxs trabajadorxs no hemos contraído. Y
mucho menos en un momento en el se destruyen prestaciones sociales, no se crea
empleo (y el que hay evoluciona a condiciones basura) se privatiza la sanidad o
se reduce el gasto en educación. Esta deuda fraudulenta hipoteca no sólo el
presente, también el futuro de nuestro país. Con esta acción reivindicamos un
cambio radical de las políticas que lleva a cabo el gobierno español, poniendo
en primer lugar el interés de la ciudadanía, en vez de oscuros poderes
económicos privados.
Además es nuestra forma rotunda de decir NO a la nueva de ley de
“seguridad” ciudadana, que ampara la represión y persigue las protestas (multas
de hasta 30.000 euros simplemente por acudir a una manifestación y sin pasar
juicio).
Desde el Área Joven de Izquierda Unida de Valladolid pensamos que
sobran los motivos y pensamos que todxs debemos acudir, no sólo para protestar
por esta situación, si no porque no hacerlo sería invitarles a que siguieran con
los recortes, la ayuda a los bancos y la represión. Yo voy. ¿Te vienes conmigo?
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